Dynamit
En pleno centro de Málaga, se encuentra Dynamit, un pequeño restaurante que, como su nombre sugiere, es una auténtica explosión de sabor, creatividad y elegancia relajada. Tras esta propuesta gastronómica se encuentra un grupo de jóvenes nórdicos que, cansados de los inviernos largos y grises del norte de Europa, decidieron plantar raíces en el sur de España.
El local es pequeño, íntimo y cuidadosamente decorado, con una estética minimalista que respira diseño escandinavo pero sin perder calidez. Y los cócteles… son una auténtica maravilla. Creativos, equilibrados y presentados con mimo, son el acompañamiento ideal para una experiencia gastronómica sorprendente.
Más allá de la comida, el trato fue sencillamente increíble. Desde el primer momento, el equipo estuvo atento, preguntándonos con naturalidad qué nos parecía cada plato, siempre con una sonrisa genuina y ganas reales de saber nuestra opinión.
La cocina: fusión honesta, sabores limpios y texturas cuidadas.
- Conjunto: 4/5
- Precio/ calidad: 4,5/5
- Calidad/ producto: 4/5
- Lugar/ decoración: 3,5/5
- Servicio: 4,5/5
Lubina: cocinada al punto perfecto, jugosa y con piel crujiente. Se sirve con puré de patata sedoso, col, hinojo encurtido y una salsa sandefjord (una mantequilla noruega emulsionada) con huevas de trucha. Un plato que es pura armonía nórdica.
Risotto de tomate: sorprendente en su sencillez, con queso de cabra, calabacín, espárragos, cebolleta y semillas de calabaza. Vegetal, meloso y muy sabroso. Un plato ideal incluso para quienes no son fans del tomate.
Atún crudo con ponzu y crujiente de patata: a medio camino entre un tiradito y un tartar. El atún brilla con buen producto, acompañado de ponzu, mayonesa de yuzu, pepino y mango, que aportan acidez y dulzor. Una fusión asiática bien lograda, fresca y adictiva.
Tartar de ternera (solomillo): potente y delicado al mismo tiempo. La combinación con cebollas encurtidas, mostaza, migas de pan y parmesano hace que cada bocado tenga textura y profundidad. El parmesano, inesperado, es un acierto total.
Lomo de ciervo: sabroso, tierno, con un puré de zanahoria delicado y un juego de texturas entre encurtidos, vegetales asados y un romanesco crujiente. La salsa de vino tinto y las avellanas redondean un plato reconfortante y otoñal.
Pluma ibérica: un guiño al producto local, tratada con respeto y acompañada de puré de apio nabo, bimi, chirivía, manzana y salsa gravy. Un plato más “de casa”, muy sabroso, que conecta bien con el paladar andaluz.
Helado de chocolate: sencillo, bien hecho, ideal para los más clásicos.
Tarta de chocolate “kladdkaka”: un postre típico sueco que aquí se transforma en una pequeña obra de arte con crumble, salsa de caramelo, crema de queso, helado de vainilla y nueces con chocolate. Denso, cremoso, crujiente: un broche perfecto.
Pisco sour. Sencillamente perfecto.
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