Diverxo

septiembre 18, 2025

Diverxo

La mejor comida de mi vida. Y posiblemente, la mejor que jamás probaré.

Hay lugares que no se pueden describir, solo se pueden vivir. DiverXO es uno de ellos. Desde el primer paso que das en el restaurante, todo se transforma: la atmósfera, el servicio, el ritmo, la luz... y por supuesto, la cocina.

Lo de Dabiz Muñoz no es cocina. Es arte, provocación, emoción, locura bien pensada. Es una experiencia que va más allá del sabor, porque te lleva a otro lugar. Fue un día que nunca voy a olvidar, y si amas la comida de verdad, tienes que venir al menos una vez en la vida. Es una peregrinación gastronómica.

- Conjunto: 5/5

- Precio/ calidad: 5/5

- Calidad/ producto: 5/5

- Lugar/ decoración: 5/5

- Servicio: 5/5

Laia 1 año y 10 meses. Un arranque sorprendente. Un plato inspirado en una niña, pero con una madurez culinaria desbordante. Laksa de leche de colinabo, lengua de buey estofada, tapioca, huevas de trucha y un toque de vainilla: sutil, complejo y absolutamente delicioso. La quisquilla de Motril con "black pepper crab" fue un golpe de sabor marino profundo y adictivo.

Pero el clímax fue la cocotxa de pescadilla de pintxo, a la brasa con pil pil de hierbas y un chutney indio de tomates con garam masala. El equilibrio entre la brasa, el dulzor especiado y la textura del pescado fue simplemente excepcional.

Nigiri madurado del Pirineo. Una locura. Texturas, umami, matices cárnicos… Cada elaboración elevaba el concepto de sushi a territorios insospechados. Me fliparon todos.

Cangrejos emborrachados. Una explosión decadente y gloriosa. Salsas oscuras, fondos complejos, sabor puro. Brutal.

Asturias y Yucatán: Raya y Melipona. Una joya. La chuleta de raya asturiana, con su emulsión de suero de parmesano, el mole de chile morita y miel melipona… Un plato que cruza océanos y tradiciones, y los convierte en una obra maestra. Increíble.

Guisantes y caviar de Riofrío. Delicadeza absoluta. Dulzor vegetal, salinidad fina, textura sedosa. Una maravilla.

Espardenya al wok & Caldillo de perro de salmonete. Una caricia y un latigazo al mismo tiempo. Cocción precisa, jugos glaseados con anguila, manzanilla, mantequilla de búfala… y el tartar de atún con su propia grasa. Una sinfonía marina. Impresionante.

Recuerdos de Gastón, ceviche oriental congelado. Refrescante, ácido, elegante. Cada bocado era una memoria helada que estallaba en boca con sabores limpios y potentes. Increíble.

Spanish Bull. El ravioli crujiente de rabo de toro al mole negro con tuétano, el caldo agripicante de buey gallego... Una bomba de profundidad de sabor. Equilibrio perfecto entre lo crujiente, lo untuoso y lo picante. Excepcional.

Minutejo del Agus. Uno de mis favoritos. Puro sabor, pura identidad. Perfectamente ejecutado. Para soñar.

Curry Thai de percebes fritos. Percebes glorificados. Con gnocchi al curry de finas hierbas, taco de huevos fritos, mojo thai, romescos... Un plato que roza el delirio gastronómico. Un 10.

Sopa de gallo con angulas. La elegancia hecha caldo. Una de esas combinaciones que parecen imposibles y, sin embargo, funcionan como una sinfonía. Una maravilla absoluta.

Bogavante amaneciendo en las playas de Boa. Sutil, tropical, elegante. Un despertar de sabores costeros. De 10.

Estofado de jabalina con pan de pizza en 3 texturas. Uno de los platos más emocionantes de toda la velada. Fondo caramelizado con whisky y bergamota. Vegetales pasados de cocción. Y ese pan de pizza (vapor, frito y horno de sarmiento) para rebañar... Pura lujuria gastronómica. Impresionante.

Chicle negro de grosellas, ajo negro y coco. Provocador. Un postre de contrastes, de rebeldía. El helado de cenizas de coco y yuzu es de otro planeta.

El desierto dulce de Fuerteventura. Leche de camella, mano de buda, miso, galanga, chocolate tostado al caramelo... Un postre profundo, salino, dulce, con personalidad. Inolvidable.