Cantina

Cantina Menorca es uno de esos lugares que te atrapan por su encanto natural. Situada en un entorno idílico, con vistas privilegiadas para ver el atardecer, es el sitio perfecto para disfrutar de una copa antes de cenar o picar algo ligero en esas largas y cálidas noches de verano. El ambiente tiene una magia especial: relajado, con estilo y rodeado de esa belleza menorquina que enamora.

Ahora bien, cuando se trata del servicio y la cocina, el encanto del lugar no siempre se traslada a la mesa. El servicio puede ser algo descuidado, falto de atención en algunos momentos, lo que resta puntos a la experiencia. La carta es sencilla pero en ejecución no siempre alcanza el nivel esperado.

Entre los platos, pedimos el puerro a la parrilla con mató, avellanas tostadas y vinagreta de limón, uno de los más acertados de la noche: sabroso, equilibrado y con buena presentación. También la selección de quesos artesanos con 'figat', que se beneficia de no requerir mucha intervención de cocina, y la coca con queso fresco, tomate y piñones, que resulta fresca y agradable.



Los mejillones del puerto de Mahón al vapor con ajo, guindilla y manzanilla están correctos, sin más. El “matrimonio” de anchoa y boquerón, sin embargo, deja un poco desconcertado: uno esperaría algo más trabajado o al menos que llegaran juntos, como el nombre sugiere. Para terminar, la ensaimada rellena de chocolate con helado de vainillaes una apuesta segura: dulce, golosa y bien resuelta.






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