Oaxaca
Oaxaca, en el sur de México, es un auténtico paraíso para los amantes de la buena comida. Su gastronomía es una de las más ricas y variadas del país, con raíces indígenas profundas y una creatividad que se respira en cada platillo. Desde los famosos moles oaxaqueños (con sus siete variedades tradicionales) hasta las tlayudas crujientes, el quesillo artesanal o los chapulines sazonados con chile y limón, cada bocado es una explosión de sabores que cuenta una historia. La cocina tradicional convive con propuestas contemporáneas que reinterpretan ingredientes locales como el maíz nativo, el mezcal o el chocolate de metate.
Pero comer bien en Oaxaca no se limita a los restaurantes: la ciudad está llena de bares con encanto, terrazas con vistas increíbles y rincones donde el mezcal se sirve con arte y orgullo. El ambiente bohemio del centro histórico se mezcla con espacios modernos que celebran tanto lo tradicional como lo nuevo. Puedes empezar el día en una terraza desayunando pan de yema con chocolate, seguir con un almuerzo entre mercados y terminar con un atardecer en un rooftop con mezcal en mano. Oaxaca no solo se saborea, se vive, y es de esos lugares que, si te gusta comer y disfrutar del ambiente, no te puedes perder.
Kiyo café es un must para desayunar por Oaxaca. Nosotros pedimos la tosta de aguacate con huevo con láminas de aguacate y salsa tahini sobre pan brioche tostado. Con tomates, cilantro, maíz crujiente y aderezo de yogurt que estaba riquísima y el croissant prensado de masa madre tostado, relleno de mezcla de quesos, jamón de rancho y mayonesa de la casa que fue de los mejores croissants que he probado en mi vida.
En la terraza de los amantes nos pedimos un picoteo rápido donde todo estaba bueno aunque lo mejor fueron los tacos de Baja california. También pedimos guacamole, ceviche, quesadilla y tacos de arrachera.
Pero comer bien en Oaxaca no se limita a los restaurantes: la ciudad está llena de bares con encanto, terrazas con vistas increíbles y rincones donde el mezcal se sirve con arte y orgullo. El ambiente bohemio del centro histórico se mezcla con espacios modernos que celebran tanto lo tradicional como lo nuevo. Puedes empezar el día en una terraza desayunando pan de yema con chocolate, seguir con un almuerzo entre mercados y terminar con un atardecer en un rooftop con mezcal en mano. Oaxaca no solo se saborea, se vive, y es de esos lugares que, si te gusta comer y disfrutar del ambiente, no te puedes perder.
Un sitio que no te puedes perder es la pitiona con una terraza con vistas al Templo de Santo Domingo de Guzmán donde tienes que pedir el taco de lechón. Terrina de lechón confitado y cremoso de aguacate y el ceviche chicatana de pescado con chintextle, leche de tigre y chicatanas también estaba bueno.
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