El capricho

José Gordón compró su primer buey en Galicia y de ahí empezó a experimentar con las parrillas hasta hoy, convirtiéndose en el templo de las carnes que exportan a todo el mundo.

La historia de El Capricho arranca a comienzos del siglo XX, cuando el abuelo de José, abre en una cueva que él mismo excavó en la tierra de Jiménez de Jamuz una bodega en la que poder elaborar su vino. 

Utilizan su propia leña para alimentar a los bueyes y para las parrillas, cultivan sus verduras y, lo más importante, mantienen a los bueyes y los alimentan desde sus dos años para que consigan ese sabor que tanto les caracteriza. 

El proceso de maduración de las piezas puede durar semanas, incluso meses dependiendo de lo que cada pieza requiera. 

El restaurante es una bodega con poca iluminación que lo hace todavía más especial y cuenta con un reservado en su bodega. Están construyendo una sala privada para un máximo de 15 personas donde podrás disfrutar de una experiencia extraordinaria.

Además, cuenta con un hotel, por lo que si vas a cenar puedes luego quedarte a dormir y poder beber todo lo que te apetezca. 

- Conjunto: 4,5/5

- Precio/ calidad: 4/5

- Calidad/ producto: 5/5

- Lugar/ decoración: 5/5

- Servicio: 5/5

Steak tartar. El buey en todas sus versiones y estos cortes y el sabor son sensacionales.

Tiradito de lomo bajo con tartar de Almadraba. Espectacular. 

Morcilla de buey. Estaba tan buena pero tan tan tan buena que compramos dos para casa.

Cecina de buey premium. Una maravilla y también nos llevamos un par de sobres a casa.

                                              

Roastbeef de aguja de buey. Lo pedimos para empezar y fue una pasada.

Chuleta de buey de casi 13 años y 160 días de maduración raza barrosa. Toda una maravilla y el sabor es otro nivel.

Tomate de la huerta con orégano. De los tomates que saben de 10 y huelen genial. 

Cremoso de chocolate negro cone scama de sal, aceite royal, aji panca y oblea crujiente. La guinda al pastel de una comida acojonante.

Un vinazo. 

Fotos del lugar: